martes, 23 de junio de 2009

RELATOS FEMENINOS - MORALES MOSTACERO, WENDY SOLEDAD

Para el cumpleaños de mi amiga


A unos pocos días de cumplir sus diecisiete años, mi querida amiga Fiorella me pidió que la acompañara a ir de compras. Lo que íbamos a buscar, me incluyo porque también me animé, era ropa a la moda para su esperada fiesta. Ya en el día de la compra ella me dijo que prefería ir al Mercado Central de Lima porque ahí se encontraba de todo, a buenos precios y era un lugar seguro. Entusiasmada por conocer y por las novedades que podían haber ahí la acompañé; cabe resaltar que yo no soy de Lima, pero recientemente me mudé para seguir mis estudios. Mi amiga esperaba encontrar la ropa adecuada; pero después de recorrer más de veinte puestos de venta se dio cuenta que estas no eran de su agrado; yo por el contrario me sentía muy a gusto con cada ropa que me probaba e incluso llegue a sentir que no sabía que compraría. De repente, salí de mi ensimismamiento al oír un grito agudo; era de Fiorella. El sitio seguro que ella había descrito no lo era en su totalidad; puesto que un muchacho pasó corriendo y se llevó su cartera. Ambas estábamos asustadas sin saber que hacer; en ese momento todas las ganas de comprar desaparecieron; así que decidimos regresarnos con las manos vacías. El día anterior a su cumpleaños salimos a realizar nuestras compras; claro que esta vez acompañadas del hermano de Fiorella; lo cual sería otra anécdota para contar ya que éste no nos permitió pasar más de una hora haciendo la elección de compra. ¡Hombre tenía que ser!


¿Qué le regalo?


Me pasé toda la semana pensando que regalarle a mamá por este día especial; pero creo que de tener mejores recursos no lo hubiera pensado tanto… Recuerdo que era sábado por la tarde; un día antes del día de la madre y no tenía compañía. Al llegar al centro comercial me dije que sería bueno regalarle algo que le guste y sobre todo que lo use. Pasé por una tienda de blusas de hilo, las que mucho le gustan a mi mami, pero ese día mí presupuesto no alcanzaba para tanto; luego se me vino a la mente la idea de comprarle alguna de esas canastitas que vienen con peluches, globos y chocolates; pero recordé lo que me había dicho antes: “algo que le guste y lo use”, no algo que me guste a mí; en fin, recorrí todo el centro comercial y nada llamaba mi atención; hasta que vi en una vitrina unos hermosos anillos de plata, pensé que sería bueno comprarle uno de ellos; me los mostraron y me encantaron, pero tenía dudas sobre la medida que debería comprar, así volví a descartar otra idea; y bien hasta que después de tan larga búsqueda la señorita, que por cierto era muy atenta, me mostró un juego alhajas que tenía una cadenita con sus propios aretes; me aseguré de que me alcanzara para pagar y decidí hacer la compra. Fue sin duda una tarde muy cansada y quizá algo aburrida por haber ido sin compañía.


¿Crees que es importante la presencia de un compañero de compra?

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