RELATOS MASCULINOS - ROMERO BALTODANO, PAUL IVÁN

Una compra antes de... mi aniversario de novios

Recuerdo el primer y último aniversario que pasé con mi enamorada. Realmente recuerdo mucho esa fecha, pero no la fecha en que cumplimos un año, si no el día anterior: el día en que debía comprarle su obsequio.

Estaba yo alistándome para salir a comprar cuando de pronto recibí una llamada al celular de mí amiga Laura.

• ¡Hola! ¿Qué estás haciendo? – me dijo ella.
• Estaba apunto de salir… - me cortó ella antes que termine de hablar.
• Sí, ya lo sé. Me dirás que nuevamente estoy quitándote tu tiempo. – me dijo.
• No, nada de eso. Estaba apunto de salir a comprarle un regalo a mi enamorada, cuando de pronto sonó el teléfono, y a la vez me di cuenta que olvidaba el dinero. – respondí.
• ¿Le comprarás un regalo a tu enamorada? – atinó a decirme prestándole atención únicamente a esa parte de la frase.
• Sí. – contesté.
• ¿Y que le comprarás?
• Aún no lo sé.

En ese mismo momento se ofreció a acompañarme y a la vez a "ayudarme" a elegir el regalo "más adecuado para la ocasión". Ni modo, tuve que aceptarle la propuesta porque la considero una gran amiga, pero una vez más comprendí que cuando se trata de compras una mujer es capaz de dejarlo todo por acudir a ella.

Una vez en la tienda lo único que hice fue seguir a Laura confiando en que me llevaría al lugar indicado, como me lo había prometido. Pasamos largos minutos caminando por los pasadizos del local observando peluches, anillos, aretes, cadenas, pulseras, entre otras cosas del agrado femenino sin encontrar el regalo. En un instante escuché decir a ella – ¡Ésta es! –. Inmediatamente me acerqué a observar lo que sostenía en su mano y vi una cadena de oro. Al principio me asusté y le pregunté - ¿crees que sea el apropiado? – y ella me contestó – ¡Jaja! No te asustes, relájate. Esta es la cadena que anduve buscando la última vez que vine -. Mis músculos se relajaron y nuevamente empecé a sentir la frescura del aire acondicionado.

Seguimos buscando hasta que ¡por fin! al parecer encontramos lo que buscábamos desde casi tres horas atrás. Se trataba de un "lindo" oso de peluche con ojos saltones, una sonrisa de oreja a oreja y un cuerpo lleno de pelusas... ¿Pelusas? Tuve que recordar que soy alérgico a ellas. En fin, quise comprarlo sin duda alguna para regresar rápidamente a mi casa, pero Laura me detuvo y me dijo:

• ¿Comprarás ese? ¿No prefieres seguir buscando más?
• ¡¿Buscar más?! – me sorprendí - ¿Cómo puedes querer seguir buscando más luego de haber caminado por más de dos horas? – respondí algo alterado.
• Ok. Cálmate. Ya no buscaremos más, si no lo quieres.
• Ok. – respondí más calmado.

Luego de la compra regresamos cada uno a nuestras casas sin antes agradecerle por su compañía.
Sinceramente, me sentía agotado por tal caminata. Pero esto me sirvió de mucho para llegar a una conclusión, y a la vez, poder aportar con un consejo a todos mis amigos: cuando quieran salir a comprar háganlo con un amigo, de lo contrario, vayan solos.


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